La crisis del primer año es una etapa importante en la vida de cada niño, cuando comienza a dominar activamente el mundo que lo rodea y a mostrar su independencia. Este es un momento no sólo de alegría por las nuevas habilidades del bebé, sino también de serios desafíos para los padres. Después de todo, el niño se enfrenta a una tormenta de emociones, que a veces se manifiesta en caprichos, histeria y demandas de mayor atención. Es importante comprender que una crisis es una etapa natural del desarrollo y ayuda al bebé a pasar a una nueva etapa de madurez.
1. ¿Cómo se manifiesta la crisis del primer año?
Hasta hace poco, un niño tranquilo y obediente de repente se convierte en un pequeño explorador con una “espina en el trasero” que no puede quedarse quieto. Comienza a caminar de forma independiente, a mostrar interés activamente en todos los objetos que lo rodean, a ser caprichoso y a protestar contra las prohibiciones de los padres. El niño lucha por la independencia, por primera vez intenta comer solo, elegir sus propios juguetes y explorar todo lo que se le presente. En esos momentos, los padres deben tener paciencia y tratar de ayudar al bebé a adaptarse a la nueva etapa.
2. la necesidad de límites y explicaciones claras
Uno de los puntos clave durante este período es el establecimiento de reglas y prohibiciones claras. Es necesario explicar al niño por qué determinadas acciones son indeseables o peligrosas. Por ejemplo, en lugar de simplemente decir “no puedes”, es importante hablar sobre por qué ciertas acciones pueden causarte problemas. En lugar de prohibiciones, puedes ofrecer alternativas: "El gatito tiene dolor, pero puedes jugar con el juguete como quieras" o "El papel tapiz no es apto para dibujar, pero aquí tienes un álbum y pinturas".
Un punto importante es la coherencia en las acciones de todos los miembros de la familia. Si uno de los padres prohíbe y el otro permite la misma acción, el niño rápidamente lo sentirá y comenzará a aprovechar la situación. Por lo tanto, es importante discutir las reglas familiares con anticipación y seguirlas juntos.
3. cómo afrontar el aumento de la ansiedad en un niño
Un bebé de alrededor de un año a menudo comienza a exigir mayor atención, literalmente "aferrándose" a su madre, siguiéndole los talones y no permitiéndole hacer las tareas del hogar. Esto se debe a que el niño comienza a darse cuenta de su separación de su madre y tiene miedo de perderla de vista. El llanto y los caprichos pueden comenzar incluso en los casos en que la madre simplemente se va a otra habitación o cierra la puerta del baño.
Este problema se puede solucionar fácilmente con juegos sencillos. Por ejemplo, cuando mamá va al baño, puedes llevarte fotografías brillantes y deslizarlas debajo de la puerta del bebé, convirtiéndolo en un juego. O puedes cantar canciones para que el bebé escuche la voz de su madre y comprenda que ella no ha desaparecido por ningún lado.
4. tormentas emocionales y rabietas
Otra manifestación de la crisis del primer año es una tormenta de emociones. El estado de ánimo de un niño puede cambiar literalmente cada minuto. Hace apenas un minuto estaba jugando tranquilamente, y un momento después comienza a llorar, tirar juguetes y patear. Los padres se asustan especialmente con los momentos en que un niño, histérico, cae al suelo y comienza a golpear con brazos y piernas.
En esos momentos, es importante mantener la calma. El castigo y los gritos no ayudarán a calmar al bebé, solo empeorarán su condición. Los padres deben recordar que un niño a esta edad aún no sabe controlar sus emociones y sufre por ello. Para hacer frente a tales ataques, debe acercarse suavemente al bebé, abrazarlo, darle palmaditas en la cabeza y calmarlo con palabras amables.
5. rabietas de fatiga
A veces, un niño comienza a ser caprichoso debido al exceso de trabajo. Por ejemplo, un día ajetreado, lleno de paseos y nuevas experiencias, puede provocar que el niño empiece a mostrar irritabilidad e histeria. En tales situaciones, conviene intentar crear un ambiente tranquilo: ponga música tranquila, haga descansar al niño u ofrézcale juegos relajantes.
6. asistencia para superar la crisis
La crisis del primer año no es solo una dificultad, sino también una oportunidad para ayudar al niño a desarrollar habilidades de independencia y afrontar sus propias emociones. Con paciencia y flexibilidad, los padres pueden crear las condiciones para una transición exitosa a una nueva etapa de desarrollo. Recuerde que su hijo está creciendo y aprendiendo, y su apoyo lo ayudará a superar este importante período con el menor estrés.
Es importante recordar que la crisis terminará y, después, su bebé se volverá aún más seguro e independiente.
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