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La pasta de dientes es un producto que encontramos todos los días, pero a menudo no pensamos de qué está hecha. Creemos que la pasta de dientes ayuda a mantener la salud bucodental, combate las bacterias y refresca el aliento, pero no siempre tenemos en cuenta que muchos de sus ingredientes pueden esconder peligros. Es un producto que utilizamos varias veces al día, lo que significa que no nos damos cuenta de cómo el contacto regular con ciertos ingredientes puede afectar a nuestro organismo.
No hace tanto tiempo, en la antigüedad, las pastas para cepillarse los dientes se creaban a partir de ingredientes naturales como cenizas de pezuña de vaca, cáscaras de huevo, huesos triturados y corteza de árbol. Sin embargo, con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, la composición de los dentífricos ha sufrido cambios significativos, y no todos los nuevos ingredientes pueden calificarse de seguros o naturales.
Uno de los componentes habituales de los dentífricos modernos es el carbómero 956. Se trata de un polímero que se utiliza para sellar y estabilizar la emulsión. Aunque este ingrediente ayuda a crear la consistencia adecuada de la pasta, se sabe poco sobre sus efectos a largo plazo en el organismo. Igualmente importante es la carragenina, un extracto de alga roja que sirve para espesar la pasta, pero que puede causar inflamación intestinal en algunas personas si se utiliza en grandes cantidades.
Entre los ingredientes que pueden causar preocupación está la cocamidopropil betaína. Este ingrediente, derivado del aceite de coco, es el responsable de espumar la pasta. Pero aún no se conocen bien sus efectos sobre la piel y las mucosas, y algunos estudios lo han relacionado con reacciones alérgicas. Para dar color a la pasta se añaden tintes sintéticos como el rojo y el amarillo, que pueden proceder del petróleo o del alquitrán de hulla, lo que plantea dudas sobre su seguridad.
Otro ingrediente presente en la mayoría de dentífricos es la glicerina. Este ingrediente no sólo evita que la pasta se seque, sino que también mejora su sabor. Sin embargo, al igual que otros aditivos, la glicerina puede afectar a los órganos internos si se ingiere con frecuencia. Ayuda a que la pasta «funcione» durante el proceso de limpieza, pero su acumulación en el tracto gastrointestinal puede provocar molestias.
La sílice hidratada y la mica también se utilizan para las propiedades abrasivas de la pasta, que ayudan a pulir los dientes. Aunque estas sustancias parecen seguras a primera vista, pueden ser abrasivos fuertes, lo que puede provocar daños en el esmalte si se abusa de una pasta con alto contenido en ellas. El benzoato sódico, que impide que los microorganismos se multipliquen en la pasta, también es cuestionable, ya que no se conocen del todo sus efectos a largo plazo en el cuerpo humano.
Otro ingrediente potencialmente peligroso es la sosa cáustica, conocida como soda cáustica. Este elemento químico ayuda a neutralizar el pH de la pasta, pero su presencia en la formulación puede provocar irritación de las mucosas e incluso quemaduras si se ingiere accidentalmente en grandes cantidades.
Y aunque no solemos tragar la pasta de dientes, sus partículas pueden entrar en nuestro organismo a través de las mucosas bucales, sobre todo con el uso frecuente de dentífricos. En grandes cantidades, estas sustancias pueden provocar dolor abdominal, estreñimiento, vómitos e incluso dificultades respiratorias. Por lo tanto, a pesar de todos los beneficios de usar pasta de dientes, hay que tener cuidado con su composición y usarla con moderación.
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